Día de Navidad día de Nadal

«Refrany;
Ja ve Nadal… menjarem torrons, i amb les castanyoles cantarem cançons»
Ya viene Navidad, comeremos turrones, y con las castañuelas, cantaremos canciones.

Con este nacimiento que hice yo misma con escayola, cuando formé mi hogar, con las piñas de mis montes Universales, el asterisco de la nieve, el árbol de la vida y el farol marinero, que adornan la entrada a mi casa, representando el mar y la montaña, origen de sus moradores, os deseo todo lo mejor en estos días.

Día de juntar a la familia, pero de recordar también que la familia es TODO el año, que hemos de estar, si es posible, con nuestros padres todos los días de año, amarles y cuidarles. Cuando son mayores ya, y solo dependen de nosotros, es muy importarles darles nuestro amor y apoyo, que no se sientan nunca solos.

Cuando yo era pequeña y más tarde adolescente, el día de Navidad lo partíamos por la mañana con mi familia paterna y por la tarde con la materna.

Mi madre, cada Navidad, sacaba del armario la bolsa de tela marrón que contenía su chaquetón de terciopelo negro con aquel cuello de imitación de piel (regalo de una de las señoras importantes a las que peinaba, pero no recuerdo de cual), le quitaba las hojas de laurel de los bolsillos, lo aireaba y prendía su broche de piedras verdes, peinaba su maravilloso pelo negro-azulado,( que jamás tiñó), nos ponía a todos de punta en blanco y nos íbamos al Canyamelar y Cabanyal primero y Els Angels después, a recoger a la familia paterna.
Mis tios;
Amparín y Tonín, con mis primos Amparín, Chelo, Tonín e Isabelín
Encarnita y Salvador, con mis primas Encarnita y Maribel (Maribel…como te echo de menos cariño)
Teresín y Vicentín, con mis primos Vicentín y Teresín.
Luego con los años se fueron añadiendo novias y novios; Domingo, Rafa (que por desgracia nos dejó demasiado pronto y  quien recuerdo con un cariño especial) Alfonso, Vicente, Viçent, Jerónimo, Elisa, Feli, que acabaron siendo de la familia.
Felicitábamos a mis iaios y nos encaminábamos todos juntos a felicitar a la tía María, y luego a la tía Trini, a casa de la senyoreta.
Aquella señorial casa del Canyamelar, donde estuvo toda la vida sirviendo la tía Trini, hermana de mi iaio Antoniet, y donde la tenían considerada como una mas. Al llegar, la senyoreta y la tía nos habían preparado la mesa con toda clase de «pastissets dolços i salats» vinos finos y su deliciosa ensaladilla rusa, todo ello colocado con mimo sobre un mantel bordado con suma delicadeza, cubiertos de plata y cristalería tallada. Me embelesaba la lámpara de araña colgada sobre la mesa con sus miles de cristales brillantes que reflejaba la luz con muchos colores, el belén enorme con agua de verdad, y la bondad de aquellas dos ancianas a quienes se les alegraba la sonrisa con la presencia de la numerosa familia de la tía Trini, que nunca se casó.
Tras la «convidada», nos poníamos todos en fila de pequeño a mayor para recibir las estrenas y los besos de mi tía y la senyoreta. A veces en el salón, y otras en la habitación de la tía, con su pulcra colcha blanca de ganchillo sobre su cama y aquella estrechita y alta mesita de noche de madera oscura con tapa de mármol blanco, y con una puertecita que siempre despertaba mi curiosidad, hasta que un año, ya de mayor la tía me descubrió que escondía jajaja 😉 , ya que el baño quedaba muy lejos en aquella enorme casa. Sobre la mesita, habia una imagen de una Virgen resguardada del polvo por una campana de cristal transparente.  Cada año, nuestros padres se ponían al final de la cola, intentando hacerse pasar por niños entre las risas y bromas de los demás y la tía complaciente les daba tambien sus estrenas, por descontado tras haberle besado las manos uno a uno…costumbres de aquella época que no nos importaban en absoluto. Todos queríamos y respetábamos a «la senyoreta» y a la tía.
Después a casa de los iaios en la estacioneta del Cabanyal primero y años después al piso donde se cambiaron, muy cerquita de la plaça del Ángels.
Luego nos despedíamos con muchos besos y abrazos, (somos muuuy cariñosos) como hemos hecho siempre y seguimos haciendo cada vez que nos vemos, y luego, cada cual a comer a su casa.
En la mía nos esperaba el putxero que había preparado mi iaia Conxeta al chup chup, desde buena mañana, en aquel perol enorme de porcelana, rojo granate por fuera, azul grisáceo por dentro, en cuyo interior estaba la comida de Navidad, el putxero de Nadal, con las pelotas que previamente, habían preparado la iaia y mi mami, bajo nuestra atenta mirada.

La tarde era de mi familia materna, nos juntábamos en casa de mi tía Conxeta como todos los domingos del año, fiestas y pascua, allí acudíamos todo el tropel.
Mis tíos;
María y Manolo, con mis primos Mari Lola, Manolo y Amparín
María y Pepe, con mis primos Pepote, Roberto, Mari Carmen y Luis (Luis nos dejó muy joven desconsolados y tristes, mi tete Luis al que quería como un hermano por ser el mas cercano en nacimiento, poco después también por desgracia, falleció mi primo Pepote)
Antonia y Rafelín con mis primos Vicentín, Toniquín, Rafelín y la peque de mis primas, Alicia.
Por supuesto luego vinieron lo que mi marido llamaba «apegaos» con todo cariño, Mª Amparo, Vicente, Salvador, Pepita, Jorge, Mª Carmen, Paco, Manolo, Mª Carmen….y algun@s mas…
Mis tíos Conxeta y Pepe y mis primos, Conxín, Lolín y Pepito nos recibían a todos en su casa, primero en Vidal de Blanes, y posteriormente en el ático de Francisco Baldomá, por último en la casa de Francisco Baldomá junto al casal de mi falla.
Allí pasábamos la tarde de Navidad, merandábamos y los peques y jóvenes si el tiempo lo permitía salíamos a jugar a la enorme terraza, mientras los mayores jugaban como todo el año, su partida de cartas.

Al regresar a casa, (casi siempre andando junto al campo de corcho, e iluminando aquellas oscuras calles del Cabanyal y Grau con una linternita que siempre llevaba mi padre, y años después en nuestro Seiscientos), mi madre quitaba con cariño el broche de piedras verdes para que no dejara marcas en el terciopelo, ponía en los bolsillos nuevas hojas de laurel e introducía el chaquetón en la funda de tela marrón que cosió para que se conservara en buen estado, y al armario de nuevo hasta la próxima Navidad o si había alguna boda de invierno, donde poderlo lucir de nuevo…

Mis hijos dicen que somos la familia «in», porque casi todos los nombres terminan en in. Una maravillosa familia materna y paterna que siempre ha estado muy unida, que me ha proporcionado siempre un inmenso amor y que siempre ha compartido los buenos y malos momentos.
Pero sobre todas las cosas, siempre cuidando a nuestros mayores, con todo nuestro amor, como se merecen, como ellos ya hicieron con sus padres y abuelos.

Espero haber podido transmitir a mis hijos ese respeto y unión familiar, y de momento gracias a Dios, veo que el ejemplo y las enseñanzas afortunadamente, no han caído en saco roto, porque la familia es lo más grande que tiene el ser humano.

Hoy día de Navidad, en mi casa huele a «putxero», como en la gran parte de las casas valencianas, hoy cocino Cocido de Navidad con pelotas, como me enseñaron mi iaia y mi madre… como manda  la tradición.

Aqui mi receta de Puxtero valencià de Nadal

Mañana con los restos, comeremos como siempre «Rossetjat»

Aquí mi receta de Arròs al forn rossetjat

Recordando hoy incluso más que ayer a todos lo que ya no están, con mucha pena pero un inmenso amor, ésta parrafada ha querido ser un intento de homenaje a toda mi familia, tanto materna, como paterna, que me hizo siempre taaaaan feliz y de la que me siento muy orgullosa.

Que en vuestra mesa, reine la armonía, y el amor.

Que estos días de celebración y alegría, sean el comienzo de la PAZ, para todos los pueblos y de unidad entre las personas, sin exclusiones por razón de religión, idioma, país o cultura.

¡FELIZ DÍA DE NAVIDAD!

BON NADAL!

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