Pau

Tras las peripecias pasadas con el embarazo y nacimiento de Víctor, https://elcalaixetdelaiaia.es/?p=914
mi médico el Dtr. Payás me aconsejó no tener mas hijos. Pero a mi marido a mi nos encantan los niños y no queríamos tener uno solo, de hecho siempre hablábamos de novios, de tener familia numerosa y después de tener a nuestro primer hijo, nuestra ilusión era que Víctor tuviera un@ herman@ con quién poder compartir su vida.

Siempre he detestado a los «repelentes niños mimados y excesivamente consentidos hijos únicos» (aunque por descontado no todos los hijos únicos son así, ni mucho menos, conozco algún que otro caso y me pilla muy cerca) y desde el primer momento me empeñé en educar a Víctor como si no lo fuera a ser, aunque todos los indicios presagiaban lo contrario. Lo educamos como una persona independiente, e intentamos huir de todo exceso de permisividad y procurando que no fuera  estigmatizado como mimado, malcriado o egoísta, pero se encontraba solo por mucho que intentábamos que no fuera así, y cada día… nos pedía un hermanito.
Su primer cumpleaños, ya lo celebramos fuera de casa, ya que por el trabajo de mi marido en aquel entonces vivíamos en L’Ollería y por éste motivo creció lejos de sus iaios tíos, primos y del resto de la familia, aunque todos los fines de semana los pasábamos en Valencia, siempre le sabía a poco, aunque gracias al cielo, los primeros años, tuvimos la inmensa suerte de contar con una segunda familia que vivían en la misma finca, con cuatro hijos mayores, que fueron como hermanos. Gracias familia Llorca.

Luego en Ontinyent, la suerte se repitió y conocimos a los Casanova,  y a sus niñas Cari y Ana, que también fueron como una familia, y las niñas y Victor se criaron juntos, compartiendo colegio y edificio, sumamos lo bien que nos llevábamos los padres y compartíamos el tiempo libre los siete.
Cinco años después, y cuando yo me encontraba completamente repuesta del parto convencí a mi marido y de nuevo me quedé embarazada.

Pero a hacia el final del tiempo de gestación, cuando estábamos disfrutando de unos días en el campìng Cap Negret… perdí a nuestra niña.
Un duro golpe del que nos costó reponernos y del que prefiero no hablar mucho mas.
Esperé dos años mas y me preparé a conciencia para un nuevo embarazo. Tenía que intentarlo de nuevo, y sobre todas las cosas ésta vez todo ¡TENIA QUE SALIR BIEN! y para ello quise estar lo mejor posible.

Hablamos con Payás, para que nos recomendara un colega suyo en Valencia, ya que él, ya no vivía en Barcelona ciudad, ni ejercía de catedrático, ni de cirujano ginecológico, estaba ya jubilado y vivía en su refugio del Monserrat, y nosotros por aquel entonces vivíamos en Ontinyent, entonces allí no había hospital y el mas cercano, era el LLuis Alcanyís de Xátiva y teniendo que salir, ya preferimos que fuera en Valencia, donde teníamos a toda la familia.  Habló con un amigo suyo de Valencia y le pasó todo mi complicado historial, así comencé a ser paciente de D. Antonio Argudo Millán, quién me ayudó a prepararme para mi nueva y soñada maternidad y de nuevo, por tercera vez ocurrió el milagro… me quedé embarazada.

Nuestra alegría era inmensa. Desde el primer momento y a pesar de los antecedentes fue un embarazo maravilloso. No tuve un mareo, una angustia, ni un vómito. Estábamos muy felices y contentos, no tuve que guardar ningún cuidado especial y  no recuerdo  haberme encontrado mejor, en toda mi vida .
Las visitas mensuales eran satisfactorias y  Víctor no cabía en si de gozo ¡por fin iba a tener su ansiado hermanito! no queríamos tampoco saber el sexo, pero en una de las últimas ecografías al doctor se le escapó que llegaba un varón.
Mi marido quiso que lo llamáramos PABLO, era un nombre que el encantaba porque decía que se le llenaba la boca al pronunciarlo, yo estuve de acuerdo pero con mi secreta intención de llamarlo Pau… jejeje.

Esta vez, no necesitábamos alquilar piso alguno ya que mi niño nacería en Valencia, donde teníamos nuestra propia casa, y la de mis padres, ya que por desgracia, mis queridos suegros, fallecieron siendo Víctor, muy pequeño.
Antonio, creyó oportuno que me viniera a Valencia un poco antes de cumplir los 8 meses, ya que aunque todo se desarrollaba a la perfección, temía que el parto se pudiera adelantar como la vez anterior.
Así que decidimos que en cuanto se terminara el curso escolar, nos iríamos Víctor y yo a Valencia a casa de mis padres, a esperar el momento oportuno para de nuevo practicar una cesárea programada, pues habían exactamente los mismos problemas que la vez anterior, aunque yo estaba fuerte, había que deshacer las operaciones anteriores, solo tenía un ovario y si nacía por el canal del parto… moriría el bebé.

El viernes, tras acabar el cole, y el festival de fin de curso de Víctor, descongelamos el frigorífico, preparamos maletas capazo y neceser, y dejamos todo listo en la entradita de casa, para que el sábado a mediodía, en cuanto terminara Jero de trabajar, irnos ya a Valencia y comer por el camino.
Nos acostamos muy pronto, pero… Víctor ésa noche tuvo unas horribles pesadillas, y le dejamos dormir en la cama junto a nosotros, de manera excepcional.
A la 1 de la madrugada, me despertó diciéndome que estaba mojado. Al encender la luz, vimos que estábamos los dos manchados de mi sangre. Procuramos tranquilizarle e inmediatamente llamamos al médico, desde la cabina telefónica, ya que en casa no teníamos línea, porque había tormenta.
Nos dijo que nos pusiéramos en camino sin pérdida de tiempo, y nos esperaba en la Clínica del Consuelo. Avisamos a mis padres de que acudieran a la clínica, para hacerse cargo de Víctor, ya que no había tiempo de llevarlo a su casa.
Yo aún no tenía dolores, nos dimos una ducha rápida y me quedé tumbada, y taponada con toallas mientras Jero iba a por el coche al garaje. Víctor tenía ocho años y mucho miedo, deseaba tener a su lado a su hermanito y que todo hubiera acabado ya, y en su inocencia y muy asustado por lo acontecido, no paraba de repetir, que él nunca tendría hijos (menos mal que no ha sido así, y soy muy afortunada de tener a mis dos queridísimas nietas).

Nuestro garaje tenía una puerta mecánica desenrollable, a la que se accedía con un mando a distancia y con una puertecita lateral por donde entrábamos con llave.
Por allí entró Jero, puso en marcha el coche pero precisamente ésa noche y en ése momento se estropeó el mecanismo y el sistema automático se negó a funcionar…
Se puso muy nervioso, en el piso estábamos Víctor y yo esperándole para irnos a la cínica y él no podía sacar el coche.
En un pueblo, hace tantos años y a ésas horas, no había ni Cristo por la calle, pensó en llamar a la policía, pero para ello tenía que venir a casa… entonces no había móviles y no había tiempo que perder, yo me estaba desangrando. Registró por el garaje hasta dar con una ganzúa y con ella sacó la persiana enrollable de la guía hasta arrancarla para poder sacar el coche, menos mal que por aquel entonces hacía culturismo y estaba muy fuerte.

Nos pusimos camino a Valencia y llegando al puerto de L’Ollería (ya que entonces ni siquiera existía el túnel) comenzó una tormenta con rayos, truenos y un agua… que apenas se veían las protecciones de piedra del puerto.
Estaba claro que mis partos no podían ser fáciles. Gracias a Dios que no había que ir a Barcelona, pues los dolores ya eran enormes, había roto aguas y no cesaba de sangrar. Estuve todo el camino cantando canciones infantiles cogida de la mano de Víctor y procurando quitar dramatismo al momento que estábamos viviendo. Víctor decía que jamás tendría hijos, menos mal que no fue traumático para él y que hoy día apenas se acuerda de todo aquello.

Llegamos al Consuelo y allí estaban mis padres con mis tíos Pepe y Conxeta, a quienes ni siquiera vi, porque me llevaron directo a quirófano y a las cuatro menos cuarto de la madrugada, de aquella madrugada de sábado 18 de Junio de 1988, nacía mi segundo y precioso hijo, mi Pau con solo 2.450 kg a los 7 meses y una semana de gestación pero sano gracias a Dios. Lo tuvieron que llevar a la incubadora ya que había tragado sangre a causa de mi placenta previa, pero solo fueron unas horas.

El ginecólogo aconsejó una ligadura de trompas ya que eran demasiadas cicatrices ya y demasiados riesgos… y así se hizo.
Cuando desperté mi chiquitín no estaba junto a mi, pero lo trajeron pronto. Jero puso en mis brazos a mi Pau, MI PAU mi felicidad, mi alegría, mi apoyo, mi hijo, mi amigo.

Pau es todo éso… y mucho mas. El hijo soñado por toda madre. La persona que mejor me entiende y conoce del mundo, a quién cuento todo, quién jamás me falla, quién me arranca una sonrisa cuando peor estoy con quien río a carcajadas.
Algunos de vosotros sabéis los años TAN TAN duros que hemos pasado en casa… él ha estado a nuestro lado en TODO MOMENTO ayudándome, ayudándonos a no caer, proporcionándonos el ánimo, la fuerza y la seguridad que hemos necesitado su padre y yo en estos momentos tan difíciles de la vida, de la lucha por vivir.

Es mi apoyo y mayor crítico, quien me hace ver las cosas cuando estoy equivocada pero también quién me aplaude y me ayuda a lograr mis propósitos, aunque me llama «mamá cansina».
Hoy hace años que tengo la suerte de tenerlo a mi lado,y doy gracias a la vida.

Pau tiene la inteligencia, la fuerza, el valor y la honradez  de su padre, y la sensibilidad de su madre. Tiene un corazón enorme, es serio cuando hay que serlo, y juerguista cuando también, trabajador, generoso, es el alma de la fiesta, es una sonrisa con patas, la felicidad personificada… y que conste que no le estoy buscando novia ¿eh? jeje.

Es honesto, fiel, maduro, con unos altos valores, tenaz, solidario, optimista , responsable, familiar y muy amigo de sus amigos, y aunque ya vuela solo, tal y como le enseñamos, no olvida donde está el nido…

Pau, fill méu et mereixes tot lo millor que la vida puga donar-te. Te queremos muchísmo cariño. Papá y yo, ESTAMOS MUY ORGULLOSOS DE TI.
Feliz cumpleaños mi amor.

Mis hijos y mis nietas… el mayor regalo de la vida.

Comentarios

  1. Muchas gracias Reyes. Y te pido mil disculpas pues me debo haber explicado mal. En ningún momento he pretendido decir que l@s hij@s únicos seáis repelentes…..para nada. Quería decir que siempre me han molestado l@s hij@s únicos excesivamente y mimados tontit@s. En el cole, de pequeña, teníamos uno en clase y era absolutamente insoportable, el clásico y "repelente niño Vicente",desgraciadamente en la vida me he tropezado con much@s así y te felicito por haber recibido una buena educación. Espero haber aclarado algo. Un abrazo y gracias por tu comentario. ¡Muaks!

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