Víctor

Desde pequeña, he estado enferma a causa de una meningitis que sufrí a los tres añitos y que al parecer, según decían erróneamente los innumerables médicos a quienes me llevaban mis padres, no había dejado consecuencias.

Pero si hubieron secuelas, tal y como temíamos por las evidencias… y las descubrimos años después.

Mucho antes de nuestra boda, fue un peregrinar de médico en médico. Me decían que no me encontraban nada. Pruebas, reconocimientos análisis… no tenía NADA, pero yo no estaba bien, a pesar de intentar hasta entonces hacer una vida normal, yo no me encontraba bien.
Nuestro viaje de novios fue accidentado en su recta final. Estuvimos en Mallorca, Formentera, Ibiza y Barcelona, yo, cada día me encontraba peor y en Barcelona se acabó de torcer nuestra luna de miel.
Habíamos quedado en encontrarnos en Mallorca con unos amigos de Castelldefels, Cristobalina y Françesc, compañero él de mili de mi marido, que justo se casaron el día después que nosotros, sólo pudimos compartir allí dos días, y prometimos pasar a visitarles de regreso a Valencia.

En Barcelona tuvimos al mejor cicerone, el primo Santiago (como lo echamos de menos…) nos llevó una tarde, tras todo el día andando a ver el estreno de Grease, allí sufrí un ataque, tuvieron que parar la proyección y una ambulancia me llevó al hospital. Me diagnosticaron graves problemas, y me aconsejaron regresar a casa y buscar cuanto antes un buen médico.
Tuvimos que interrumpir el viaje y avisar a Sisco y Cris de lo ocurrido, y de que no podríamos pasar unos días con ellos en Castelldefels, pero se empeñaron en organizar una visita con su padrino de bautismo y boda D. Francisco Payás Casamada, catedrático de Ginecología en la Universidad de Barcelona por aquel entonces, y en la de Toulousse .
Al día siguiente nos recibió amablemente en su casa por ser amigos de Sisco, su ahijado.
El Dtr. Payás confirmó su diagnostico inicial , tras las pertinentes pruebas y eran preocupantes… tuberculosis en las trompas de falopio producida por aquella meningitis tuberculosa, una enorme infección… y unas cuantas cosas mas, por lo que propuso un tratamiento para prepararme para una intervención que resultaría complicada.
Éramos recién casados y aunque el doctor, nos regaló sus manos, el equipo médico y la clínica… eran muy, caras por lo que tuvimos que pedir prestado a nuestros padres para poder pagarlo todo.
A los tres meses, cuando ya estaba preparada por mi médico para la intervención, alquilamos un apartamento en Castelldefels y me sometí a una intervención quirúrgica que me salvó la vida, me extirparon un ovario y algunas cosas mas pero… a costa según me dijeron, de posiblemente no tener hijos.

Fue muy traumática la noticia, nosotros pensábamos tener varios hijos, a mi marido y a mi, nos encantan los niños, y los dos veníamos de familias numerosas.
Mi chico intentó consolarme diciéndome que si no venían los niños, intentaríamos la adopción. Éramos muy jóvenes, yo con 22 años y mi marido con 25.

Pocos meses después, cuando empezaba a sentirme recuperada y para mi sorpresa, tuve un retraso y una analítica confirmó la noticia que creímos no recibir jamás.¡¡¡ESTABA EMBARAZADA!!!
Fue un embarazo de alto riesgo, y desde el primer momento y ocultándomelo a mi, avisaron a mi marido y a mi madre de que posiblemente, muy posiblemente, no llegara a término, por la complicada medicación que tomaba y el estado de mi salud, y en el improbable caso que lo hiciera, pudiera costarnos la vida a ámbos ya que habría que deshacer un injerto hecho en mis trompas para que pudiera nacer mi bebé.


Tuve que guardar reposo absoluto todo el tiempo, vómitos y manchado desde el primer día. Solo salía de la cama para, acostada en el asiento trasero del coche, viajar a Barcelona, con el fin de controlar la gestación.
Y milagrosamente, mi bebé iba creciendo en mi vientre contra viento y marea.
En aquella época no existían aún las ecografías, solo aquel aparato de ultrasonido Doppler, por el que oía latir su corazón con la fuerza del trote de un caballo y que grabamos con un casette.
Cada visita a Barcelona, tumbada todo el viaje en el asiento trasero del coche era un enorme esfuerzo, pero el regreso a casa lleno de ilusión y esperanza, un mes más nuestro hij@, seguía creciendo dentro de mi.

No sabíamos el sexo… ni lo hubiéramos querido saber. Nos daba igual, y decidimos que si era niña se llamaría Victoria y si era niño Víctor, como ganador, vencedor, victorioso… en su lucha por nacer, por vivir, a pesar de todo.
Debido a la intervención, y a una fractura de coxis que sufrí siendo muy pequeña, no era factible un parto natural, puesto que si el bebé nacía por el canal del parto, mi coxis lastimaría grave e irremediablemente su cabecita. La única posibilidad era una cesárea programada, además hacía muy poco tiempo que me habían abierto toda la tripa para la intervención quirúrgica y organizamos todo para alquilar de nuevo el piso de Castelldefels, y a los ocho meses de gestación irme a vivir allí, para estar cerca de mi médico. El 28 de Abril cerraríamos la casa, haríamos las maletas y nos iríamos para esperar el momento adecuado de practicar la cesárea programada. Yo solo sabía que a pesar del contínuo sangrado, todo valía la pena, porque mi bebé iba venciendo, no entendía la cara de preocupación de mi madre y marido, la falta de ilusión de ámbos y las recomendaciones de no preparar cunita ni carro, peroooo si mi bebé iba adelante!!!!


Pero… el día 25 de Abril de 1980 viernes por la noche, mientras veíamos por la tele el programa de Chicho Ibáñez Serrador que se llamaba Ding Dong la cocina, empecé a sentirme indispuesta. De madrugada comencé a sentir molestias que despuntando el día se fueron intensificando. Llamamos al Dtr. Payás, a quien casualmente localizamos saliendo de su casa, a pasar el fin de semana en su refugio de Montserrat. Al explicarle los síntomas nos dijo que el parto se adelantaba, ya que los signos eran inequívocos. ¡¡¡ DIOS MÍO SI FALTABA MÁS DE UN MES!!!
¿Qué hacer? nos aconsejó que cogiéramos todo el historial y nos dirigiéramos al hospital más cercano, pero yo no quería, yo solo confiaba en él. Él me salvó la vida, consiguió que me quedara embarazada y el tenía que ayudarme a que mi bebé naciera, única y exclusivamente el Dtr. Payás.
Nos dijo que saliéramos hacia Barcelona que él iba a conseguir una ambulancia con quirófano, alguna enfermera y que salía por la autopista hacia Valencia para encontrarnos si era posible en el área de descanso de Hospitalet del Infante.
Llamamos a mis padres para que nos acompañaran y a mi tía Conxeta y mi tío Pepe que tenían recién comprado su último coche un Supermirafiori. Mi tío recibió la llamada recién enjabonado en la ducha, se secó sin aclarar y salieron corriendo a recoger a mis padres, y a mi casa.
Mientras tanto, nosotros teníamos problemas. Allí estaba yo con mi maleta y la del bebé dentro del coche, con dolores de parto… ¡Y EL COCHE QUE NO ARRANCABA!
Al final se puso en marcha… mi tía y mi madre pasaron a mi coche e iniciamos el viaje… aquel viaje… angustioso e interminable de un sábado de Abril lluvioso, frío y desapacible.
Entonces no había móviles, era muy difícil la comunicación y en un momento dado, nuestro coche no iba a mas de 80… decidimos parar, yo pasé al coche de mi tío con mi madre y mi tía, y mi padre, pasó al mío con mi marido, que no podía correr más y estaba el pobre muy angustiado.
Yo iba intentando tranquilizar a mi madre y a mi tía, mientras me clavaba las uñas en las palmas de las manos… recuerdo que los árboles junto a la autopista pasaban como rayas verdes, llovía intensamente, a mi tío le picaba todo el cuerpo por el jabón seco y corría mucho mucho… todo lo que su coche permitía… menudo rodaje le hizo.
Por fin llegamos a Hospitalet del Infante, y al entrar a la zona del área de servicio nos invadió una sensación de tranquilidad, allí estaba la ambulancia, y mi doctor.
Me pasaron a la camilla, me reconoció y pensamos que podría llegar a Barcelona y hacia allí salimos, dejando a mi tía a pié de carretera, un lluvioso y frío día de Abril, sin chaqueta ni paraguas y helada de frío, sin medias por las prisas… para avisar a mi padre y mi marido, cuando llegaran al área de servicio, que yo ya iba en la ambulancia con Francisco…
Y entré en Barcelona, sangrando ya mucho, escoltada por la Guardia Civil, que nos abrió paso hasta la Calle del Escorial y la Clínica del Remei, donde el equipo médico nos esperaba con todo listo.


Me anestesiaron recuerdo, con la ropa, (un vestido fruncido a cuadros marrones y beig y con un gran volante en el pecho y en el bajo) y las botas camperas puestas, para una cesárea de extrema urgencia, y a las dos menos cuarto del medio-día, a falta de dos días para los ocho meses de gestación, mientras mi padre y mi marido pensaban que no llegaban… nació mi primer hijo VÍCTOR un precioso, pelón y rollizo bebé de 3 kilos y medio, sano fuerte e inmensamente maravilloso. Dios mío, todo había salido bien, mi hijo estaba con vida y pesar de los malos presagios, yo también. Luego supe los horribles meses que pasaron mi madre y mi marido, temiendo que si llegaba el embarazo a término, en el momento del nacimiento ámbos perdiéramos la vida.


Cuando desperté, mi marido y mi familia estaban junto a mi. Se había obrado el milagro, éramos padres.
Y así nació mi hijo, llenándonos de alegría y felicidad. Nuestro hijo, que a su vez ha incrementado nuestra felicidad dándonos a dos preciosas y maravillosas nietas que junto a mi hijo pequeño Pau, nos hacen los mas felices del mundo.


Se que ésta entrada es muy larga, siempre me han dicho que el nacimiento de Víctor era para hacer una película, (y eso que he resumido y no he contado todo, ni mucho menos), aunque el de Pau fue todo previsto… también fue una odiséa. A veces, la realidad supera la ficción. Éste post lo he escrito para que mis nietas algún día, si no pueden oírlo de mis labios, sepan… cómo nació su papá.

Muchísimas felicidades Víctor y por muchos, muchos años cariño. Sabes que igual que tu hermano, fuiste un bebé muy deseado, y que aún sabiendo ahora, que me podría costar la vida, intentaría una y mil mil veces tu nacimiento, ¿que no haría una madre por sus hijos?

Te queremos hijo, no lo olvides nunca, TE QUEREMOS MUCHÍSIMO, siempre, pase lo que pase, aquí hemos estado, estamos y estaremos a tu lado, contigo y junto a ti, sabes que puedes contar con nosotros SIEMPRE, con tus padres, que te adoran.

Mamá.

Comentarios

  1. Mi querida Paz, bien sabes tu de éso. A veces….los milagros ocurren. Ya ves…y mi vida ha seguido siendo una sucesión de milagros continuos. Supongo que como la de mucha gente, una camino de muchas espinas pero con preciosas rosas. Te quiero amiga. Gracias como siempre por tus hermosas palabras.

  2. Que bonito Mª Carmen. No lo sabía hasta que me lo contaste en el pueblo.
    Si los hijos fueran conscientes de lo que tenemos que pasar las madres, otro gallo cantaría. Besos

  3. Pingback: Pau

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