Llimó granissat granizado de limón casero paso a paso recuerdos de veranos

«Refrany;
A l’estiu tot el món viu».   En verano todo el mundo vive.

De mis tiempos de niña, de aquellos largos y maravillosos veranos pasados en La Font d’En Carròs, guardo innumerables y dulcísimos recuerdos, mi pueblo paterno, cuna de mis iaios Sabeleta i Antoniet, de mi padre y tíos Salvador, Toni y Vicent.
Junto a ellos y sus familias pasamos todos los veranos de mi infancia y juventud ya que íbamos a «estiuar» veranear, en aquel caluroso pueblo de la Safor, refugiándonos en el Maro cuando a nuestros padres les daban las vacaciones de Agosto y nos subíamos todos los primos y tíos a la caseta «del secá», desde donde divisábamos Cullera y el mar, subíamos a pie al Maro, montaña a través, se salía del pueblo, muy muy temprano, apenas amanecía, para evitar las horas de calor, y normalmente en las alforjas del macho del tío Viçent y la tía Lluisa, se subía la comida, llegábamos exhaustos y enseguida, sacaban agua del pouet, la mezclaban con jarabe de limón o de fresa, y añadían un sobre de color azul y uno blanco de gaseosas La Bandera Nacional, y nos hacían los refrescos que aún recuerdo…»corre, corre beu de pressa, abans que es baixe la bromera» y te picaba en la nariz mmm, que ricoooo estaba ese refresco tras la caminata, y al atardecer, cuando refrescaba, íbamos de paseo a la caseta del alcalde, donde los niños disfrutábamos viendo los peces de colores de la fuente del patio, y en algunas ocasiones, nos bañábamos en «la bassa», mientras los padres y los dueños de la casa, charlaban. Por las noches, tras la cena, (y antes de irnos a dormir todos juntos entre aquellas cuatro paredes, en los colchones de tela de saco y rellenos de «pallorfa de garrofera», que cada año cambiaban los mayores, y que cada mañana se ponían al sol) en el porche, bajo el emparrado, organizaban, chistes, actuaciones musicales (a mi papi, le encantaba disfrazarse). Otras veces, nos refrescábamos cogiendo «la Paloma gandiense» y yendo a pasar el día a la playa de Gandía o la de Piles.

 Durante aquellas tórridas tardes de verano, esperando en el pueblo a que llegara Agosto, mi madre (que nunca conseguía la pobre que yo hiciera la sagrada siesta), cada día me prometía, a cambio de dormir un poco, que cuando viniera el polero o xambitero, me premiaría con alguno de los manjares que traía en verano, (en invierno cambiaba los helados y polos, por castañas asadas) bien resguardados del calor, dentro de aquella caja de madera cuyo interior iba forrada de corcho, en cuyas tripas guardaba celosamente, envueltas en hielo, cubiertas con las tapas/cono de metal y que repartía por las calles del pueblo. Recuerdo verlo entrar desde «la placeta del metge» desde la esquina de casa mis tíos Teresín i Vicent, pasar la fonteta siempre llena de avispas y enfilar nuestra calle…

al grito de «El polerooooooo… xambis, polos, mantecaooooooos, aiguallimó i cibáaaaaaa».
Yo lo intentaba, de verdad intentaba hacer la siesta, relamiéndome, mientras pensaba cuál sería mi elección, si el vaso de «aiguallimó» que extraería del cajón, con aquella especie de cucharón cilíndrico, de rabo largo y caería en forma de oro pálido en el vaso que sacaría mi madre con todo el cuidado del mundo, del «vasar»o alacena de casa los iaios, junto a la chimenea (con ladrillos de «tomaqueta i òu»), cuyos estantes adornaba la iaia con puntillas blancas y que cada verano blanqueaba para que relucíeran impolutas, como palomas que guardaban aquellos vasos y platos cada uno de un modelo, de una vajilla y cristalería distinta, heredada de los padres y respectivas familias de ámbos iaios, porque entonces, no daba para más, y que cuidábamos como tesoros, parece que oigo la preciosa voz de mi madre (que no sabéis como cantaba, sobre todo les «albaes»), «per l’amor de Dèu, ves amb comte! no’l vatges a trencar filla, que la iaia s’ho estima molt», y cuando el «llimó granissat» era para varios, sacaba la «xarra» o el «pitjer».

o bien me decantaría por un corte de mantecao o chambi, que el polero haría en aquellos moldes cuadrados, también de metal, colocando primero al fondo una galleta, rellenando de mantecao para cubrir al final con otra galleta, apretar la palanquita del mango y et voilá, chambi listo,(años después he deducido que aquél «xambi», igual era un derivación de la palabra sandwich) según el tamaño que le sacaría a mi mamaita.

  Pero nada… que me distraía en mil y una cosas y pensamientos, en el silencio absoluto de la calle, y albergada en el maravilloso y agradable frescor de la casa, quizás conseguido por los techos altos de vigas y el pozo «el pouet» interior de la cocina, o por la persiana de la puerta principal que colgaban por encima de la caña que apoyaban en la pared de la fachada, para que corriera el aire, cruzándose con el poco que entraba por la cortina de la puerta del corral, en aquellas habitaciones de la planta baja, bajo cuyas camas, mi iaio Antoniet guardaba las sandías  y melones en verano… al fresco, y donde nos enviaba a los peques, cada vez a uno, después de la comida o la cena a buscar melón o sandía para comerlo. Perooooo llegaba la hora en que todo salía del letargo siestil y yo sin dormirme… total… que un día más me quedaba sin el premio cuando pasara el polero, mecachis en la mar, que poco me ha gustado dormir por el día…

No había otra a esperar que llegara el sábado en que vendría mi padre y tíos de Valencia, donde pasaban la semana de «Rodríguez», hasta que llegara Agosto, y después de cenar iríamos al casinet de la Plaça del xorros, (o nos mandarían a los peques con las lecheras, para que cargáramos en ellas y disfrutar a la fresca en la calle, sentados en las sillitas bajas de enea a la puerta de la casa), donde los mayores tomarían un «blanc i negre» de «llet merengá i café granissat»y de donde seguro, saldríamos los peques con algún mantecao en la mano, chupeteando con avidez, antes de que el calor lo hicera chorretear entre las manos y vinieran a ayudarnos todas las moscas del pueblo.

Esos fines de semana, durante las agobiantes noches, cuando no habían ganas de andar hasta la plaza, el iaio Antoniet, siempre nos entretenía inventando cuentos, vaciando sandías o melones con las que preparábamos faroles en cuya piel el iaio, con su «navaixeta» hacía dibujos y cantábamos «Serenoooo les dotze… el sereno tiene un perro que le llaman Capitán y las doce de la noche, se ha comido todo el pan» o sacaba a la calle una caja de madera del corral, donde me subía ayudada por sus fuertes, cariñosas y ásperas manos de labrador/albañil para que «la artista» (o sea… la que ahora os escribe jeje) cantara una cançoneta o recitara una poesía de mi cosecha o de las muchas escritas por mi iaio, a todos los presentes en la calle, a la fresca, donde íbamos acudiendo todos los vecinos, (que eramos como una gran familia, como comentaba no hace mucho con mis amigas, y vecinas de enfrente, Pepa e Isabelín, los Cacahua, eran nuestra familia también) al acabar de cenar, las mujeres, palmito en mano, y botijo junto a la sillita.  Al terminar el recital, se quitaba aquella boina negra, de lana, que llevaba indistintamente en verano o invierno y pasaba entre los presentes adultos, guiñando el ojo y solicitando la voluntad para la artista. Con las pesetas recogidas nos enviaba a la chiquillería al casinet, a por aquellos granizados que refrescarían nuestas tórridas veladas en la calle del «cementeri » los mayores sentados en las sillas de enea y los nanos y nanas jugueteando alrededor… que maravillosos y dulcísimos recuerdos Dios mío, seguro que mis hermanos, primos y primas paternos, recordarán ésta maravillosa infancia y cuanto amor nos dejaron, un legado que no podemos ni debemos olvidar, el del amor.

Os puse el otro día la receta del Jarabe o «xarop», para hacer «aiguallimó», cuyo paso a paso podéis ver pinchando aquí; https://elcalaixetdelaiaia.es/?p=261

Partiendo de éste sirope, vamos a hacer el «llimó granissat»

Para ello mezclaremos en una botella de plástico y boca ancha, que pueda ir al congelador 250ml de jarabe, con 600ml de agua mineral (para que no deje sabor a cloro) y llevaremos al congelador.

Igual que cada horno funciona distinto, cada congelador, necesita unos tiempos de cristalizado y congelado. Hemos de evitar que se nos haga un bloque de hielo, para ello, cada hora primero, y cada media hora después, sacaremos la botella y batiremos enérgicamente. Si queréis podéis ir pasando cada vez la batidora, yo prefiero batir la botella, cual maraca de Machín 😉

Suelo ponerlo en el congelador a media tarde, para tomar por la noche.

 en el momento de consumir, serviremos añadiendo unas ramitas de menta o hierbabuena

 y unas rodajitas de lima

 y de limón

Aunque a mi me gusta, mejor dicho ¡¡me encanta!! tal cual, si no lo toman niños, podéis «bautizarlo» con unas gotitas de vuestro licor o bebida favoritos.

Disfrutar mucho de las vacaciones, y del verano. Lo importante es estar bien acompañados y disfrutar de la vida. Crear bonitos recuerdos, para las siguientes generaciones y poder dejarles el mejor legado que puede haber, el del cariño y el amor ¡¡¡BUEN VERANO!!!

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