Le leyenda del hilo rojo

«Refrany;
Escampar vi, bon destí; escampar sal, mal senyal»

Derramar vino, buen destino, derramar sal, mala señal.
Ésto dice el refranero, pero mejor no hacer demasiado caso, ya os contaré otro día de dónde viene la leyenda popular referente a derramar sal.
Hoy en un puente sin poder salir de casa, de manta, estufa y sofá, dedicado principalmente a la cocina para intentar evadirme un poco, mis pensamientos van a una leyenda oriental que me apetece compartir con vosotros y que dice así;
«Hace mucho mucho tiempo, un emperador se enteró de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa, quien tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mandó traer ante su presencia. Cuando la bruja llegó, el emperador le ordenó que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa. La bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevó hasta un mercado, en donde una pobre campesina con una bebé en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invitó a ponerse de pie. Hizo que el joven emperador se acercara y le dijo: «Aquí termina tu hilo», pero al escuchar esto el emperador enfureció, creyendo que era una burla de la bruja, empujó a la campesina que aún llevaba a su pequeña bebé en brazos y la hizo caer, haciendo que la bebé se hiciera una gran herida en la frente, ordenó a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llegó el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda. Y en el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entró al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente… Al levantárselo, vio que ese hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.»
Pero hay otro mito parecido, según él, los dioses atan un cordón rojo alrededor de los tobillos de los que han de conocerse unos a otros en una determinada situación o ayudar a los demás de una manera determinada. 
Otra de las leyendas, cuenta que un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, y cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan.
Bueno, la verdad es que todo ésto suena mucho a romanticismo, pero ¿cuantas veces conocemos a una persona y pensamos que estábamos predestinados a conocernos? y no me refiero únicamente al amor de pareja si no a una amistad por ejemplo…..

Y en cuanto a la vida en pareja lo mismo. Como dice mi marido, todos nacemos con un destino escrito y de nada sirve intentar burlarlo…lo que ha de ser será, porque está el hilo rojo, un hilo rojo al que no podremos imponer nuestros caprichos ni nuestra ignorancia, un hilo rojo que no podremos romper ni deshilachar. Un hilo rojo directo al corazón, que conecta a los amores eternos, a los profundos, esos que simbolizan el antes y por los que no hay después.
 El amor de una madre, de un padre, de un hermano, de un niño, de un amigo, de un hombre o de una mujer… pero pienso que la auténtica plenitud solo la podremos alcanzar cuando nos aceptamos a nosotros mismos tal y como somos, con nuestro defectos y virtudes, cuando conseguimos amarnos y aceptar nuestra personalidad tal y como es….¿que difícil no? cuando la mayoría de veces ni siquiera nos conocemos.
Pero volvamos al hilo que seguramente es rojo porque ése es el color del amor…ese  hilo rojo que simboliza el interés común y el amor… Cada uno que lo interprete como quiera pero lo que está claro es que, en ocasiones, las casualidades son tan fuertes que no dejan lugar a dudas.

Como decía Paulo Coelho en «El alquimista»;
Nunca podrás escapar de tu corazón,así que es mejor que escuches lo que tiene que decirte…

Que terminéis bien el puente y un besito de iaia Maimen.

Fuente; extractos de wikipedia y La mente es maravillosa.

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